“Como la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es
natural. Es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante
acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un gesto de
caridad. Es un acto de justicia. Se trata de proteger un derecho humano
fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida digna. Mientras haya
pobreza, no habrá verdadera libertad” (Nelson Mandela). Muchos personajes de
la Biblia fueron hombres ricos: Abraham, Job, Davíd, Salomón. Sin duda Dios
no está en contra de la riqueza de ninguna persona o pueblo: ¿Hacia donde
correrían en busca de ayuda los inmigrantes si no existieran países
prósperos? ¿A quién pedirían trabajo tantas personas con necesidad, si no
existieran hombres y mujeres capaces de crear empresas?
Si poseer abundantes bienes materiales no es pecado
¿cuál es la razón de las palabras del apóstol Santiago? “Ahora bien,
vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer
sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están
apolillados; vuestro oro y vuestra plata están llenos de herrumbre, y esta
herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como
fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad;
el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos
está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del
Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os
habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día
de la matanza. Condenasteís y matasteís al justo; él no os resiste”.
El pecado de algunos ricos, es mover sus grandes
capitales a países pobres para hacerlos producir de manera fácil: pagan
salarios miserables a sus trabajadores, hacen trabajar a las personas en
condiciones labores inhumanas, manipulan a los gobiernos para pagarles
impuestos mínimos; contaminan el medio ambiente de los países pobres creyendo
que eso no afectará a los países desarrollados. De esta manera, muchos ricos,
que son considerados por la sociedad como exitosos acumulan grandes capitales.
Pecado es que las grandes Corporaciones vendan sus productos a precios que les
permiten apoderarse de todo el mercado, porque pagan sueldos y prestaciones que
únicamente permiten sobrevivir a sus empleados. El pecado de muchos ricos es
que hacen donaciones para evadir pagar impuestos al Gobierno.
Pero no basta con señalar la maldad de algunos ricos,
no todos, sino preguntarme: ¿Qué puedo hacer yo, aunque no soy millonario,
para aliviar el dolor y sufrimiento de quienes no tienen trabajo, casa, comida,
seguridad en el mundo de hoy? “Todo aquél que os dé de beber un vaso de agua
por el hecho de que soís de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa”
(Marcos 9:41). Dios no deja jamás sin recompensa a la persona, familia, o
país que socorre al necesitado: “Dichoso el que cuida del débil y del pobre,
el día de la desgracia Yahvé lo liberará; Yahvé lo guardará y conservará
con vida, le concederá felicidad en la tierra, no lo abandonará a la saña de
sus enemigos” (Salmo 41,2-3).
¿Confío lo suficiente en Dios para incrementar mi apoyo
financiero a mi parroquia, para ayudar a quienes mas necesitan a mi alrededor?
“Like slavery and apartheid, poverty is not natural. It
is man-made and it can be overcome and eradicated by the actions of human
beings. And overcoming poverty is not a gesture of charity. It is an act of
justice. It is the protection of a fundamental human right, the right to
dignity and a decent life. While poverty persists, there is no true freedom.”
(Nelson Mandela). Many characters of the Bible were wealthy men: Abraham, Job,
David, Solomon. Certainly God is not against the richness of any person or
country: Where would immigrants in need run to for help if developed countries
did not exist? Who would so many people who are in need of work turn to if
there were no men and women capable of starting businesses?
If being rich is not a sin: what is the reason for the
words of the Apostle James? “Come now, you rich, weep and wail over your
impending miseries. Your wealth has rotted away, your clothes have become
moth-eaten, your gold and silver have corroded, and that corrosion will be a
testimony against you; it will devour your flesh like a fire. You have stored
up treasure for the last days. Behold, the wages you withheld from the workers
who harvested your fields are crying aloud, and the cries of the harvesters
have reached the ears of the Lord of hosts. You have lived on earth in luxury
and pleasure; you have fattened your hearts for the day of slaughter. You have
condemned; you have murdered the righteous one; he offers you no resistance.”
The sin of some rich people is that they move their
money to poor countries in order to create a company that will produce their
products at a low cost. They pay miserable wages to their employees, provide
inhuman work conditions, manipulate Governments in order to pay minimal taxes,
and contaminate the environment of poor countries by believing that this will
not affect developing countries. In this way, many of the rich, which are
considered by society as successful, accumulate large amounts of capital. Sin
is large Corporations selling their products at prices that allow them to seize
the entire market, because they pay wages and benefits that only allow the
minimal survival of their employees. The sin of many rich people is that they
make donations to evade paying taxes to the Government.
But it is not enough to point out the wickedness of
some, not all, rich people, but to wonder: What can I do, although I am not
millionaire, to relieve the pain and suffering of those who do not have a job,
home, meal, and/or safety in the world today? “Anyone who give you a cup of
water to drink because you belong to Christ, amen, I say to you, will surely
not lose his reward” (Mark 9:41). God never leaves without reward the person,
family, or country that helps the needy: “Blessed the one concerned for the
poor; on a day of misfortune, the LORD delivers him. The LORD keeps and
preserves him, makes him blessed in the land, and does not betray him to his
enemies” (Psalm 41:2-3).
Do I entrust in God enough to increase my financial
support to my parish, to help those around me who are most in need?
Fr. Marco Lopez
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