Eduardo Fuentes Duarte, Obispo de la Diócesis de Sololá,
Guatemala: joven, alegre, excelente pastor para todos.
Pero un día mientras visitaba a un amigo suyo médico,
éste le propuso hacerle un chequeo médico, para
sorpresa de ambos, el Obispo tenía cáncer terminal.
Meses después murió con olor a santidad. En medio de
aquella difícil situación de salud, el Obispo escribió una
breve carta pastoral a su diócesis, en la cual citaba las
palabras de San Pablo: “Hermanos: les quiero recordar
una cosa: la vida es corta”.
“¿Qué es la vida? un frenesí. ¿Qué es la vida? una ilusión,
una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño, y los sueños son sueños” (Pedro
Calderón de la Barca). Es bueno saber que “vida y
muerte, vienen del Señor” (Eclesiástico 11, 14), no existe lo
que llamamos accidente, porque el Señor “no sólo nos da
el ser y el existir, sino que nos mantiene a cada instante en
el ser, nos da el obrar y lo lleva a su término” (Catecismo
de la Iglesia Católica, 301).
El mal no tiene la última palabra en el desarrollo de la
humanidad, el mal existe porque “el ser humano, aunque
es invitado a aceptar una vida bienaventurada
libremente, pero también libremente, por un misterio
terrible, puede negarse o rechazar” (Catecismo de la
Iglesia Católica, 309). La tripulación del Titanic, el
asesinato de John F. Kennedy, Martin Luther King Jr, los
pasajeros y demás personas que perecieron en los
atentados terroristas a las Torres Gemelas; son eventos
terribles pero que no escapan al dominio y poder de Dios,
sino más bien nos confirman que la vida humana es
breve, que Dios puede llamarnos en cualquier momento
a su presencia de una u otra forma.
¿Cuál es entonces el sentido de nuestra vida en este
mundo? Mientras vivimos cada ser humano tiene una
misión que cumplir: estudiar, trabajar, casarse, procrear,
educar a sus hijos, ayudar a su próximo, porque “la
espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más
bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde
crece aquel cuerpo de la nueva familia humana, que
puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo” (GS,
39).
Es necesario reconocer la brevedad de nuestra vida y
como Jonás ayudar a los demás a reconocer esta
verdad de nuestra existencia humana; convertirnos en
pescadores de hombres, como los apóstoles, enseñando
a todos que “lo que hacemos en esta vida, tiene su eco
en la eternidad” (Película El Gladiador).
Porque la vida es bella ¿verdad que vale la pena vivir
cada día, como si fuera el último?
Edward Fuentes Duarte, Bishop of the Diocese of Solalá,
Guatemala: young, happy, and an excellent pastor to all.
One day while he visited a doctor friend of his, he gave
him a checkup; to both of their surprise the Bishop had
terminal cancer. Some months later he died. In the middle
of that difficult health situation, the Bishop wrote a brief
pastoral letter to his Diocese, in which he cited the words
of St. Paul: “I tell you, brothers and sisters, the time is
running out”.
“What is life? Madness. What is life? An illusion, a shadow,
a story. And the greatest good is little enough; for all life is
a dream, and dreams themselves are only dreams”
(Pedro Calderon de la Barca). It is good to know that “life
and death, come from the Lord” (Ecclesiasticus 11:14),
what we know as accidents does not exist, because the
Lord “not only gives them being and existence, but also,
and at every moment, upholds and sustains them in
being, enables them to act and brings them to their final
end” (Catechism of the Catholic Church, 301).
Evil does not have the last word in the development of
humanity, evil exists because “to which free creatures are
invited to consent in advance, but from which, by a
terrible mystery, they can also turn away in advance”
(Catechism of the Catholic Church, 309). The passengers
of the Titanic, the assassination of John F. Kennedy, Martin
Luther King Jr., the passengers and others who perished in
the terrorist attacks on The World Trade Center Towers;
were terrible events but did not escape the domain and
power of God, but rather confirm that human life is brief,
that God can call upon us at any moment to his presence
in one form or another.
What then is the meaning of our life in this world? As long
we live every human being has a mission to fulfill: study,
work, marry, procreate, educate their children, and help
their neighbor, because “the expectation of a new earth
must not weaken but rather stimulate our concern for
cultivating this one. For here grows the body of a new
human family, a body which even now is able to give
some kind of foreshadowing of the new age” (Gaudium
et Spes, 39).
It is necessary to recognize the brevity of our lives and like
Jonas, help others recognize this truth of our human
existence; become fishers of men, like the apostles,
teaching everyone that “what we do in life echoes in
eternity” (Maximus in Gladiator).
Because life is beautiful isn’t it worth living each day as if it
were your last?
Fr. Marco
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