“Death puts an end to human life as the
time open to either accepting or rejecting the divine grace manifested in
Christ. The parable of the poor man Lazarus and the words of Christ on the
cross to the good thief, as well as other New Testament texts speak of a final
destiny of the soul -a destiny which can be different for some and for others.
Each man receives his eternal retribution in his immortal soul at the very
moment of his death, in a particular judgment that refers his life to Christ:
either entrance into the blessedness of heaven-through a purification or
immediately, -or immediate and everlasting damnation” (Catechism of the
Catholic Church, 1021-1022).
“Jesus often speaks of “Gehenna” of “the
unquenchable fire” reserved for those who to the end of their lives refuse to
believe and be converted, where both soul and body can be lost. Jesus solemnly
proclaims that he “will send his angels, and they will gather . . . all evil
doers, and throw them into the furnace of fire,” and that he will pronounce the
condemnation: “Depart from me, you cursed, into the eternal fire!” (Catechism
of the Catholic Church, 1034). “Those who die in God's grace and friendship and
are perfectly purified live forever with Christ. They are like God for ever,
for they "see him as he is," face to face” (Catechism of the Catholic
Church, 1023).
“Many of those who sleep in the dust of
the earth shall awake; some to everlasting life, others to reproach and
everlasting disgrace. But those with insight shall shine brightly like the
splendor of the firmament, and those who lead the many to justice shall be like
the stars forever” (Daniel 12:2-3). Heaven and hell are two completely
different realities. They are the final destiny and consequence of every human
beings personal decision, because God is “who wills everyone to be saved and to
come to knowledge of the truth” (1 Timothy 2:4).
On June 27, 1995 at 7:00 am, Publio
Cordón went out for a run like he always did. He said goodbye to his wife with
a hug and said “see you later Pilar. I’ll be back soon!” They would never see
each other again because a few moments later he was kidnapped, and a few days
after that, killed by the terrorist group Grapo. Carmen Cordón recalls how her
father suffered due to the tragic death of his oldest son. Publio worked too
much and did not spend enough time with his son. She shares the story of the
moment she told her father she was pregnant, telling him that soon he would be
a grandfather. Publio was so happy that he cried and promised her that he would
devote more time to spend with him. Unfortunately this did not happen, because
he passed on to eternity without having the chance to meet his grandson.
Where is your lifestyle taking you:
Heaven or Hell?
“La muerte
pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de
la gracia divina manifestada en Cristo. La parábola del pobre Lázaro y la
palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón, así como otros textos del Nuevo
Testamento hablan de un último destino del alma que puede ser diferente para
unos y para otros. Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su
retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a
través de una purificación, bien para entrar inmediatamente en la
bienaventuranza del cielo, bien para condenarse inmediatamente para siempre”
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1021-1022).
“Jesús habla
con frecuencia de la "Gehenna" y del "fuego que nunca se
apaga" reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y
convertirse, y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo. Jesús
anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles [...] que recogerán
a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo", y
que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de mí malditos al fuego
eterno!" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1034). “El cielo es para “los
que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados,
viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo
ven "tal cual es", cara a cara” (Catecismo de la Iglesia Católica,
1023).
“Muchos de
los que duermen en el polvo de la tierra se despertaran, unos para la vida
eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. Los doctos brillaran como
el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como
las estrellas, por toda la eternidad” (Daniel 12:2-3). Cielo e infierno son dos
realidades completamente diferentes, y son el destino final, consecuencia de
una decisión personal de cada ser humano en este mundo, porque la voluntad de
Dios es que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad” (1 Tim 2, 4).
El 27 de
junio de 1995, a las siete de la mañana, el empresario zaragozano Publio
Cordón, salió de su casa para correr como hacía todos los días. Se despidió de
su mujer con un abrazo y un: «¡hasta luego Pilar. Volveré pronto!». Ya nunca
más se volvieron a ver, porque unos minutos después fue secuestrado, y unos días
más tarde, asesinado por la banda terrorista de los Grapo. Cuenta Carmen
Cordón, su hija, que su padre había sufrido muchísimo por la muerte de su hijo
mayor en un accidente aéreo; porque, por trabajar demasiado, no dedicó tiempo
suficiente para estar con él. Cuando ella le contó que estaba embarazada y que
pronto sería abuelo, se puso tan feliz que lloró como un niño, y le prometió
que a su nieto sí le dedicaría tiempo. Pero eso no fue posible, porque pasó a
la eternidad sin conocer a su nieto.
¿Hacia dónde
le está llevando su estilo de vida: al cielo o al infierno?
Fr. Marco
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